Un estudio pone de manifiesto la falta de reciclado real del PVC en la construcción por falta de recursos y rentabilidad
• Entre sus conclusiones se demuestra que, ni a nivel normativo ni en el plano operativo, se dan las condiciones adecuadas para que la reciclabilidad de los materiales poliméricos derivados de este sector se haga efectiva.
• La ventana de PVC tiene un promedio de 30 a 50 años de vida útil. La vida útil de las carpinterías de aluminio ronda entre los 50 y 75 años. Al contrario que con el plástico, los materiales de aluminio derivados de la construcción se reciclan en más de un 90%.
El 58% del PVC fabricado a nivel mundial va dirigido al sector de la construcción, principalmente en forma de tubos, canalizaciones, perfiles extruidos para carpinterías y láminas para imprimación o recubrimientos. De ahí que la mayor cantidad de residuos de este material producidos tanto de postconsumo como de procesos de instalación, los genere esta industria.
No obstante, y a pesar de esto, la mayoría de los procesos y técnicas de reciclaje que están desarrolladas para los plásticos, proceden de productos de uso doméstico (plásticos de un solo uso). Y debido a esto, los elementos de PVC provenientes de demoliciones y rehabilitaciones, como ventanas, suelen acabar en contenedores de residuos inertes mezclados con resultados de reciclado de baja calidad. Esto significa que en el proceso de tratamiento no se eliminan los componentes peligrosos o residuales del material primario.
Esta es una de las principales conclusiones derivadas de “CoCircular. Estudio sobre la reciclabilidad de los materiales para carpinterías de pvc y aluminio”, publicado por la Asociación Española del Aluminio (AEA), que representa a más de 600 empresas del sector, y desarrollado por terceros independientes con el objetivo de conocer la circularidad real de los materiales de PVC y aluminio dentro de los productos de perfilería para carpinterías.
El estudio está enfocado con un análisis del ciclo de vida del material, desde su clasificación como residuo de postconsumo, hasta su transformación en nuevo producto, centrándose en los tres eslabones principales de la cadena de valor: producción del residuo, tratamiento y transformación a materia secundaria o reciclada (recuperación) y fabricación de nuevos productos reciclados.
“Actualmente, y en especial desde la entrada en vigor de la Ley 7/2022 del 8 de Abril de residuos y suelos contaminados para una economía circular, la tendencia es que se está mejorando notablemente la separación de residuos, aunque aun así algunos siguen sin cumplir las condiciones mínimas de calidad exigidas por las plantas. Es el caso, por ejemplo, de los plásticos. La realidad en obra es que todos los elementos de este material que aparecen están mezclados entre sí, en diferentes cantidades y calidades, y dependerá de la capacidad tecnológica de la planta de tratamiento de que sean correctamente clasificados. Y si no lo son, por la imposibilidad de realizar una clasificación económicamente viable, terminarán depositados todos juntos en vertedero de inertes” explica Gonzalo de Olabarria, Secretario General de la AEA.
La problemática de los plásticos viene derivada por la amplitud de materiales que abarca el grupo, no existiendo subdivisión del mismo en el que agrupar materiales de similares características en base a su formación química específica. Cada uno de ellos debería ser tratado y gestionado de forma distinta, dado que en muchas ocasiones son hasta incompatibles entre sí. Pero los costes elevados que supondría hacer esto, así como la falta de recursos a lo largo de todo el proceso, provoca que, al final, solo se realice la segregación en aquellos materiales que son claramente rentables, como es el caso de los metales, especialmente el aluminio, el cobre, el plomo y el hierro/acero.
“Por el contrario que el plástico”, añade De Olabarria, “más del 90% del aluminio utilizado en materiales de construcción se recicla. Este metal puede ser reciclado infinitas veces sin perder sus propiedades y sin disminuir su calidad. No se descompone en presencia de agua, ni se altera en contacto con el aire. Apenas sufre degradación ni con los procesos y técnicas de recuperación, ni con el paso del tiempo”.
Del amplio estudio “CoCircular. Estudio sobre la reciclabilidad de los materiales para carpinterías de pvc y aluminio” también se derivan las siguientes conclusiones:
- Hasta la actualización y publicación de las nuevas normativas de gestión de residuos en el 2022, no existían objetivos claramente definidos para la separación de las distintas familias de materiales que forman el conjunto de RCDs (Residuos de Construcción y Demolición).
- Falta definición y normativa específica que gestione y acometa con claridad las peculiaridades y tipologías de residuos que genera el sector.
- Se percibe una necesidad clara de subdivisión en la clasificación de grupos de residuos demasiado extensos y complejos, como el caso particular de los plásticos.
- Actualmente, incluso con la entrada en vigor de las nuevas normativas, no existe una adecuada vigilancia y seguimiento de su cumplimiento por parte de la administración pública.
- Generalmente las gestoras especializadas en RCD, centran sus tratamientos de valorización en los materiales pétreos. Estas gestoras no poseen la tecnología necesaria para la clasificación y segregación efectiva de residuos más allá de materiales pétreos y metálicos.
- No se aplican tarifas diferenciadas para residuos separados. Esto dificulta la viabilidad/rentabilidad económica de la segregación en obra.
- Únicamente los residuos metálicos/chatarra aportan retorno económico y optimizan costes de gestión, fomentando su separación en obra.
- Falta de concienciación y formación que facilite la segregación y separación de los residuos producidos, tanto para cumplimiento normativo, como para reducir el impacto medioambiental del sector.
- La tipología de obra nueva ha experimentado mejoras sustanciales en sus procesos de gestión y tratamiento de residuos.
- Las obras de demolición, rehabilitación y/o reforma siguen realizando una deficiente gestión y tratamiento de los RCDs, siendo efectivos únicamente sobre los residuos pétreos.
- Únicamente se realiza separación efectiva en las familias de residuos que ofrecen rentabilidad y optimización económica, que actualmente son los metales.
En definitiva, concluye el Secretario General de la AEA, “el aluminio es y se presenta como material del presente y del futuro en línea con los objetivos de una economía circular real y, hasta que las condiciones actuales no cambien, este material seguirá siendo más ventajoso que otras alternativas a la hora de apoyar los valores de circularidad y reciclabilidad en las obras de construcción y rehabilitación”.
Consulta “CoCircular. Estudio sobre la reciclabilidad de los materiales para carpinterías de pvc y aluminio” --- AQUÍ.